jueves, 18 de enero de 2024

Transformar las plazas “duras”

En diseño urbano, se conoce como “plazas duras” a aquellas soluciones para la urbanización de espacios públicos que constan de una extensa superficie, generalmente impermeable, y sin apenas vegetación. 

Estos lugares contribuyen al conocido efecto de “isla de calor”, el fenómeno por el que la temperatura en las ciudades, respecto a un área rural considerada dentro de un radio de diez kilómetros, es significativamente mayor a lo largo del año.

El cambio climático es una realidad, y los episodios extremos de calor son cada vez más frecuentes. Ante esta evidencia, numerosas personas expertas han manifestado la necesidad de introducir elementos naturales en estas plazas. Sirvan como ejemplo dos declaraciones recientes:

“Ya no es admisible hacer una plaza sin árboles, porque cada vez hay más días en los que la gente se achicharra.” 

José Tesán, Decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos del País Vasco


 “Lo más importante es llevar la naturaleza y el agua a las ciudades mucho más radicalmente para enfriarlas. Los árboles no solo dan sombra, evapotranspiran y recapturan energía térmica … Es criminal construir hoy plazas sin sombra ni elementos refrescantes.”

Eleni Myrivili, Directora general de calor de ONU-Habitat

 

Las plazas duras suponen, en definitiva, una pérdida de bienestar para la población, por lo que deben ser adaptadas a las necesidades de la gente que las utiliza. La introducción de vegetación juega un papel esencial debido a los beneficios que aporta, tal como han mostrado numerosas investigaciones. En ocasiones se argumenta que existen problemas “técnicos” (como las estructuras subterráneas) que imposibilitan esa naturalización. Sin embargo, cada vez hay más experiencias que demuestran que esas dificultades son superables, y que las soluciones basadas en la naturaleza son una opción acertada.

La Plaza de San roque, por ejemplo, no es la única plaza dura de Portugalete, pero teniendo en cuenta su centralidad y su carácter simbólico, resulta prioritaria su adaptación. No debemos olvidar que en este lugar se situaban las “campas de San Roque”, lo que hace más doloroso el proceso que ha conducido a la actual situación, en la que encontramos numerosos aspectos a mejorar: la ausencia de vegetación, el pavimento impermeable (que no drena el agua de lluvia), el revestimiento gris (que aumenta el efecto de isla de calor), los rincones ciegos que pueden dar lugar a situaciones indeseables, etc.  

Es necesaria la naturalización de las plazas duras de Portugalete, empezando por la Plaza de San Roque.

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