Durante el confinamiento provocado por la crisis del COVID-19, nos dimos cuenta de la importancia de poder contemplar el paisaje urbano por la ventana, dar un paseo por el parque o tener contacto con la naturaleza. Esta circunstancia sirvió para poner de manifiesto, una vez más, la importancia del arbolado y los espacios verdes de nuestras ciudades.
Cecil Konijnendijk, un ingeniero forestal urbano, propuso no hace mucho la regla 3-30-300 como orientación para abordar este tema. El significado de estos números es el siguiente:
Fuente: Konijnendijk, 2019. |
ü 3: Toda la ciudadanía
debe poder ver al menos tres árboles desde su casa
ü 30: Proporcionar un 30%
de cubierta vegetal o de copas de árboles en cada barrio
ü 300: Garantizar la
proximidad (300 m como máximo) y el fácil acceso a espacios verdes de calidad.
La regla 3-30-300
ha sido estudiada y apoyada por entidades y organizaciones de renombre como
Greenpeace o el Instituto de Salud Global de Barcelona. Este último realizó un
estudio [1] que arrojó interesantes datos sobre la necesidad de renaturalizar
nuestras ciudades.
Esta
propuesta está muy relacionada con el paisaje urbano, e incide de manera
directa en la salud mental y en la sensación de bienestar. Barrios con doseles
o cubiertas vegetales más frondosas promueven la movilidad activa y la
actividad física en la calle, lo que ulteriormente fomenta la salud social.
Asimismo, para fomentar el uso recreativo de los espacios verdes, lo que
también repercute en la salud física y mental, la oficina europea de la OMS
recomienda una distancia máxima de 300 metros al espacio verde más
cercano.
De esta
forma, incorporando la regla 3-30-300 a la forma en la que pensamos nuestras
ciudades, infraestructuras verdes y espacios públicos, no solo mejoraremos la
salud del planeta, sino también la de las personas que lo habitan.
Fuentes consultadas: