Aprovechando que en abril celebramos el Día del
libro, el paseo de “Vivir los parques” de este mes lo dedicamos a explorar la
relación entre libros y árboles. Así, además de presentar algunos árboles del
parque Azeta, donde desarrollamos la actividad, leímos poemas sobre ellos y
comentamos algunas claves para conocer un poco mejor la evolución de este
espacio.
Lo hicimos junto con Cómplices literarios, porque nos gusta colaborar con otras
asociaciones para ir tejiendo alianzas y fortaleciendo la trama asociativa de
Portugalete.
Estos son algunos de los textos que leímos:
Los árboles como los libros tienen hojas
y los márgenes lisos o recortados,
y tapas (es decir copas) y capítulos
de flores y letras de oro en los lomos.
Jorge Sousa Braga, Los árboles y los libros
Los libros son hijos de los árboles, que fueron el primer hogar de
nuestra especie y, tal vez, el más antiguo recipiente de nuestras palabras
escritas. La etimología de la palabra encierra un viejo relato sobre los
orígenes. En latín, liber, que significaba “libro”, originalmente daba nombre a
la corteza del árbol o, para ser más exactos, a la película fibrosa que separa
la corteza de la madera del tronco. Plinio el Viejo afirma que los romanos
escribían sobre cortezas antes de conocer los rollos egipcios. Durante muchos
siglos, diversos materiales —el papiro, el pergamino— desplazarían a aquellas
antiguas páginas de madera, pero, en un viaje de ida y vuelta, con el triunfo
del papel, los libros volvieron a nacer de los árboles.
Irene Vallejo, El
infinito en un junco
Algunas cosas nunca abandonan a una persona:
el perfume del cabello de alguien que amaste,
la textura de los caquis,
en la palma de tu mano, el maduro peso”.
Li-young Lee, Caquis
Que tan bello apareces, ¡oh roble!
de este suelo en las cumbres gallardas
y en las suaves graciosas pendientes
donde umbrosas se extienden tus ramas,
como en rostro de pálida virgen
cabellera ondulante y dorada,
que en lluvia de rizos
acaricia la frente de nácar.
Rosalía de Castro, Los robles
Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
sólo a la ley de la vida,
que es vivir como se puede.
El campo mismo se hizo
árbol en ti, parda encina.
Antonio Machado, Las encinas
Gernikako Arbola da bendikatua,
eskualdunen artean guztiz maitatua.
Eman ta zabal zazu munduan frutua
adoratzen zaitugu, arbola santua.
José María Iparragirre, Gernikako arbola
…Él murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar…
Anónimo (siglo XV-XVI), Romance del Conde Niño
Arbola nahi nuke izan,
erroak lurrean finkatuz
zerua besarkatu ahal izateko.
Arbola nahi nuke izan,
eguzkipean
datorren gizonari
—neke eta izerdi—
geriza emateko,
edota
euripean
datorren ibiltariari
aterpea eskaintzeko.
Arbola nahi nuke izan,
bakardadean
bizi den gizonari,
ene hostoen eraginez,
bihotzari hitz egiteko,
Joan Mari Irigoien, Arbola nahi nuke izan